miércoles, 29 de julio de 2009

Mi amor que agoniza




Sintió frío. Frotó las manos, los brazos y las piernas y sintió la electricidad erizándole los vellos del cuerpo, pero no sintió el calor.

Habían pasado ya veinte minutos, y él seguía hablando. Ella sólo escuchaba un ruido que le recordaba a la aspiradora que tanto le molestaba. Él seguía hablando: "te juro sí quiero cambiar, te amo" eran frases que se escapaban de esa fantasía de la aspiradora, para ser captadas como frases casi sin sentido...pero aún resonantes.
Y así , entre frases pronunciadas por una voz quebrada e insegura..... sintió algo caliente en la cara. Una lágrima. "Ah.......qué alivio, sigo viva" pensó ella. Intentó pasar saliva, pero la garganta se atascó en un gemido y terminó con un escalofrío. "Ya no es lo mismo" por fin pronució ella. Y así, sintió un vacío, un abismo. Ahora el frío tenía sentido, algo en la misticidad de sus entrañas estaba agonizando.
De pronto él, inmerso en encontrar la lógica ficticia de sus propias excusas, se calló. Por cinco segundos sus ojos reflejaron el miedo de verla sonriendo: "Ella siempre llora, ¿Por qué ahora sonríe?" . No era sarcasmo, no era ironía, no era felicidad. Era la misma sonrisa con la que, altanera, había logrado esas metas que siempre le creyeron imposible.
Y así comenzó la historia donde se acabó el amor, tal cuál como se acaba una caja de cerillos, muchos cerillos, muchos momentos fugaces, pero ninguno capaz de mantenerse encendido para siempre.




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